7.08.2015

Ochodejulio

Buenos Días! 
Quería informaros de que he decidido darle la exclusividad a Amazon y dejar de publicar capítulos en el blog para poder regalaros el libro que desde el DOMINGO 12 de JULIO hasta el MARTES 14 de JULIO será GRATIS en AMAZON!!! 


Daros las gracias de nuevo a todas por haberme apoyado como lo habéis hecho y por ayudarme a cumplir mi sueño que era este, que mi historia llegase a muchos lectores. 
También quiero deciros que sigo escribiendo, ahora estoy con una bilogía que espero tener terminada para final de verano, también del género romántico y que espero compartir con todas vosotras, os iré informando por aquí y por las redes sociales --> @hoynocuenta

No olvidar: Descargar vuestro ejemplar este domingo, lunes y martes GRATIS! También agradecería que lo compartieséis con amigos, familia o personas que sepáis que les gustaría este género. 

Yo sigo con lo mío que es escribir! Un besazo enorme! :) 

7.07.2015

Sietedejulio

Las dos me miran con cara de pena y asienten. Las oigo cuchichear desde mi habitación, no quiero que nada ni nadie influya en mi decisión quiero decidir esto por mí misma, estar completamente segura de lo qué quiero hacer al respecto sea o no una locura. Comienzo a darle vueltas al tema durante bastante rato. Tengo muchos sentimientos enfrentados, estoy confusa. También siento miedo. Doy varias vueltas en la cama.

Quizá esto sea lo que Dios tenía preparado para mí, quizá haya estado equivocada todo este tiempo y mi verdadera historia de amor no sea como yo pensaba, mi verdadero amor está dentro de mí. Acaricio mi barriga en la que aún no se nota nada, siento un aleteo en mi interior y lo sé. Tengo que tener este bebé. De pronto no siento miedo ni confusión, estoy decidida.

De repente siento una extraña felicidad recorrerme. Necesito contarle la noticia a Rafa. Decido esperar hasta el fin de semana para decírselo en persona. Salgo de la habitación horas después para darle la noticia a las chicas.

-          Voy a tenerlo – Digo con una sonrisa acariciándome la tripa. Se miran descolocadas. – Sí, ya sé que puede que parezca una locura pero he estado pensando y lo he visto claro. Por primera vez no soy yo la que elije enamorarse de alguien, esté bebé me ha elegido para que me enamore de él, quiero vivir esta historia.

-          Ha perdido la cabeza – Dice Sindy que se acerca hacia mí para que me siente.

-          Cris, no te precipites ¿Qué le vas a decir a Rafa?  <<Hola, voy a tener un hijo tuyo, bueno siento que es tuyo pero quizá sea de tu primo, pero no te preocupes, queda en familia >> - Amanda vuelve a perder los papeles.

-          No conocéis a Rafa, él me comprenderá.

-          Los tíos son todos iguales, por muy bueno que te parezca Rafa no va a querer una responsabilidad. Y ten cuidado porque a lo mejor no te comprende como tú crees. – Dice Sindy.

-          Cris, no te ciegues con Rafa. Sindy tiene razón.

-          Sé que vuestro deber es darme una opinión objetiva, y os lo agradezco pero este fin de semana iré a ver a Rafa y hablaré con él.

 Capítulo catorce. Jugar con fuego.

Amanda me ha traído en su coche hasta la estación de tren. En menos de tres horas estaré con Rafa, me ha dicho que está impaciente por verme. Estos últimos días han servido para que las chicas digieran la noticia, ahora parece que les haga ilusión ser titas.

He sentido malestar estos días, vomito por las mañanas y como más de la cuenta. Noto que los pantalones me aprietan más de lo normal y que mi cara está más gordita. Amanda dice que será una niña porque me ve más guapa. Yo pienso que aún es pronto para deducir cualquier cosa.

-          Cuídate – Me pide Amanda que me da un abrazo. – Y no olvides llamarme, siempre que estás con él te olvidas de mí. – Dice agachando la mirada.

-          No me olvidaré de verdad – Le prometo uniendo nuestros meñiques.

Me monto en el tren y apenas soy consciente del viaje, ponen una película de dibujos animados y antes de ponernos en marcha ya me he dormido.

La gente levantándose de sus asientos y saliendo del vagón me despierta. He llegado a Atocha. Bajo del vagón arrastrando mi maleta y me dirijo hacia la salida donde he quedado con Rafa. Encuentro la salida con facilidad y puedo verlo con sus gafas de sol y una camisa de líneas rosas, corro hacia él que me recibe con su fantástica sonrisa y en sus brazos me embriago de su olor. One million.

-          No te recordaba tan guapa – Me piropea mientras agarra mi maleta.

-          Ni yo tan pelota – Respondo. Se acerca para saludarme con un pico que no me sorprende porque lo esperaba.

Vamos hacia donde tiene aparcado el coche mientras le cuento que he pasado el viaje durmiendo. Ver su coche me produce nostalgia y siento mis lágrimas a punto de brotar, parpadeo rápido. Las hormonas me vuelven loca, más loca.

No tardamos en llegar a su garaje, me ha contado que vive en el centro y que desde ahí podemos llegar a todas partes andando. Un fabuloso ático en la calle salamanca, de suelo de mármol y paredes beis, con enormes ventanales y muy luminoso. Está amueblado al estilo inglés. Cuenta que su padre lo decoró así cuando se casó con su madrastra pero que se hartaron de vivir ahí y ahora es suyo.

Entramos y lo primero que veo es el salón, está muy recargado, todas las paredes están cubiertas de muebles: vitrinas, estanterías, todos los muebles de color blanco roto que proporciona que la estancia sea más luminosa. A pesar de la cantidad de muebles que hay han conseguido crear un ambiente armónico y acogedor. En la pared de enfrente hay una cristalera donde se pueden ver las largas calles repletas de boutiques. En medio de la estancia, un sofá color vainilla con dos sillones del mismo estilo a ambos lados, enfrente un televisor de plasma sobre una mesita también en blanco roto. En el suelo hay una alfombra marrón chocolate sobre la que hay perfectamente colocada una mesa de café. Del techo cuelga una enorme lámpara de araña. Los cuadros son de algún famoso pintor que no conozco, pero me gusta lo que pinta, líneas curvas y coloridas que acaban difuminándose en una mezcla de todos los colores, se distorsionan y vuelven a definirse. Rafa observa como lo miro todo y sonríe.

-          Tu habitación – Anuncia llevándome por un pasillo con paredes repletas de fotografías en blanco y negro de lo que parecen ser él y su familia.

Supongo que es la habitación de invitados, hay una enorme cama y un armario con numerosas puertas, también un tocador antiguo en una de las paredes, del mismo color que el armario, blanco roto. Observo que hay un balcón en un lateral adornado por una preciosa cortina blanca. Miro la habitación boquiabierta, es como tres veces la mía, tres veces más grande, tres veces más bonita, tres veces mejor.

-          ¿Entero para mí? – Pregunto tirándome sobre la cama con los brazos abiertos.

-          Sí, venga date una ducha y ponte guapa que vamos a quemar Madrid – Dice saliendo de la que será mi habitación durante tres días.

Deshago mi maleta y coloco mi ropa y mis pinturas cuidadosamente en el armario y en el tocador. Me dirijo hacia la mitad del pasillo donde se encuentra el baño, me quedo maravillada al verlo. Paredes alicatadas de losas rosa pastel, dos columnas resguardan una gran bañera redonda que se alza sobre el suelo por dos escalones. También hay una ducha. El espejo sobre el lavabo es también muy grande, tres personas podrían maquillarse a la vez. Antes de meterme en la ducha siento que me mareo, me siento en la taza del váter. Unas desagradables náuseas recorren mi estómago hasta llegar a mi garganta. El viaje me ha revuelto más de la cuenta. Intento controlarme, pausar mi respiración pero no puedo aguantar más las ganas de vomitar y acabo haciéndolo. Tras vomitar me siento algo mejor, me doy una ducha rápida y salgo enrollada en la toalla. Una vez en la habitación me visto con una falda de tubo azul marino y una camisa de manga largas celeste. Me calzo unos salones azul marino de medio tacón que son muy cómodos, dispuesta a andar mucho. Dejo mi pelo suelto sobre mis hombros, elijo un bolso rojo a juego con mis labios y salgo de la habitación para encontrarme con Rafa en el salón con unos vaqueros y una camisa de cuadros rojos y azules.

-          ¿Preparada? – Pregunta acercándose a mí para agarrarme del brazo.


-          Preparadísima.- Respondo...

7.06.2015

Seisdejulio

Capítulo trece. La decisión.

Han pasado varias semanas desde que Rafa se fue. Las chicas dicen que quizá se equivocaron, que se me ve bien y que no he montado ningún numerito. Les oculto que hablo con él casi a todas horas y que cada vez que huelo su perfume lo recuerdo, que duermo con su reloj en mi muñeca y que el fin de semana próximo iré a Madrid a verlo. Lo oculto porque no me gusta hablar de algo de lo que no estoy segura, sé que mis sentimientos por Rafa han cambiado desde que no lo veo, quizá se han magnificado por eso. También se que nuestra amistad funciona muy bien y que como pareja soy muy complicada, todo se empeoraría, él ya me avisó, no quiere complicaciones.

Cuando Rafa me habla de otras chicas no siento celos porque la forma en la que habla de ellas no es cariñosa, sólo las usa, como una vez su primo hizo conmigo. Le doy mi opinión sobre las chicas con las que se acuesta e intento que se comporte de la mejor forma para que ellas no lo pasen mal. A él le gusta escucharme porque descubre cosas de las mujeres que le son desconocidas. Le digo que siempre tiene que ser sincero sobre sus intenciones para evitar malos entendidos, sincero pero con tacto.

Yo apenas salgo, sólo cuando me obligan, que cada vez es menos porque Sindy y Fael se han convertido en lapas y Amanda últimamente tiene mucho trabajo y el poco tiempo libre lo emplea en Pedro. Estoy más cansada de la cuenta y paso el tiempo libre durmiendo, Sindy me pregunta que si voy a hibernar en verano pero achaco mi cansancio al calor, faltan apenas quince días para que comience el verano pero en Sevilla siempre se anticipa.

Esta tarde estoy trabajando con Silvia en urgencias. Estamos en la sala de curas.

-          Cris, cuando termines con Daniel ¿Puedes ir por un bote de suero? – Pregunta Silvia que ve como estoy terminando de curar la picadura de un niño que no para de llorar cada vez que lo rozo.

-          Claro, casi acabo – Respondo. – Pequeño, ahora te coloco el apósito y hasta dentro de dos días. – Digo acariciándole la cabeza.

El niño me mira con los ojos llenos de lágrimas y entre pucheros. Yo le acerco una piruleta y consigo que sonría. El niño sale de la sala de curas con su madre, me levanto para acercarle a Silvia un bote de suero, comienzo a ver la estantería borrosa, la imagen se pone negra de repente y pierdo el equilibrio cayendo desplomada en el suelo, Silvia que está atendiendo a una señora se gira tras escuchar el estruendo de mi cuerpo contra el suelo y se acerca rápidamente.

Abro los ojos, la médica está comprobando mis reflejos pupilares con una pequeña linterna. Estoy tumbada en una camilla y Silvia sujeta mi mano. En mi otro brazo tengo una vía por la que entra el suero.

-          Cristina, no te asustes, has sufrido una bajada de azúcar – Explica la médica.

-          Sí, últimamente estoy muy cansada – Respondo mirando a Silvia.

-          Hay algo que tengo que decirte – Dice la médica misteriosa. Silvia se muerde el labio nerviosa. Yo las miro frunciendo el ceño, me incorporo. – Despacio, tranquila – Me pide.

-          ¿Qué pasa doctora? ¿Tengo algo grave? – Comienzo a asustarme, he visto muchas veces como médicos dan malas noticias a pacientes y todas esas noticias comienzan por << hay algo que tienes que saber>> . Silvia niega con la cabeza y acaricia mi brazo.

-          Estás embarazada. – Puedo sentir como mi mandíbula se desencaja. Silvia agarra fuerte mi mano. No puedo articular palabra.

-          ¿Embarazada? Pero.. ¿Cómo? – Pregunto aturdida. – ¡Oh dios! ¿Estás segura? Debe de ser un error. – La doctora me mira y asiente.

-          No es ningún error Cristina, estás embarazada de cinco semanas.

Hace cinco semanas de lo de Rafa, de lo de Rafa y de lo de Alex. Comienzo a llorar desconsolada, la doctora intenta tranquilizarme pero solo consigue que llore más fuerte. 
Cuando todo parecía tomar un buen rumbo vuelve a torcerse. Silvia me abraza. Cuando consigo relajarme Silvia me pide que me vaya a casa, que ella me cubrirá. Yo la obedezco.

Entro en el piso como una zombie. Sindy me mira extrañada porque suelo llegar más tarde y apenas son las cinco. Me siento en el sofá sin apenas mirarla y comienzo a llorar de nuevo. Ella se asusta porque piensa que algo malo ha ocurrido y no se equivoca. Algo horrible ha ocurrido.

-          Cris, ¿Qué ocurre? ¿Es tu madre? ¿Rafa?

-          Estoy embarazada – Quito mis manos de mi cara y me abrazo a ella que me mira con los ojos fueras de sus órbitas. Siento mi respiración tan acelerada que creo que me dará un infarto.

-          ¿Embarazada?

-          Sí – Sollozo

-          Dios ¿De quién?

-          No lo sé – Lloro desesperada.

En menos de veinte minutos Amanda está con nosotras y está al tanto de la noticia. Sindy está histérica y yo también, Amanda anda de un lugar a otro del salón intentando buscar una solución.

-          Tranquilas, tranquilas, necesitamos pensar con claridad – Dice moviendo las manos. Yo no dejo de llorar y Sindy resopla una y otra vez llevándose las manos a la cabeza.

-          Soy una loca, una inconsciente, ¡soy lo peor! – Me digo apretando los puños.  

-          Un bebé, tienes ahí un bebé – Dice Sindy traumatizada señalándome la barriga.

-          Para – Le pide Amanda que da un manotazo en su mano para que deje de apuntarme con el dedo. – ¿Tan difícil era? – Amanda ha perdido los nervios, agarra mi cara – ¡Mírame! – La miro sin parar de llorar - ¿Por qué no usaste protección?

-          Para Amy – Sindy la agarra para que se aleje un poco de mi.

-          Me quiero morir, me quiero morir – Sollozo.

-          Vale, tregua, necesitamos unos minutos para poder pensar con claridad – Dice Amanda que se encierra en mi habitación. Sindy se queda a mi lado abrazándome.

A los minutos Amanda sale de mi habitación, yo estoy un poco más relajada, Amanda se sienta a mi otro lado y me da un beso en señal de disculpa.

-          Cielo, tienes que tomar una decisión – Dice Amanda cariñosa. La miro y asiento, sé exactamente a lo que se refiere, ahora estoy a tiempo de decidir si quiero tenerlo o no.
-          Es de Rafa – Aclaro concisa.

-          Pero, no estás segura, no usaste protección con ninguno de los dos – Dice Sindy.

-          Sé que es de él. No me preguntéis cómo pero lo sé. – Amanda asiente intentando comprenderme.

-          ¿Vas a contárselo? – Pregunta Sindy.

-          Primero tendrá que decidir si va a tenerlo o no – Interrumpe Amanda.

-          Y ¿cómo se supone que decido eso? – Pregunto confusa.

-          Pues dándote tiempo, pensando en ti con un bebé..

-          Sobre todo tienes que pensar en el bebé. ¿Estás preparada para hacerte cargo de una criatura? – Amanda me mira con sus ojos y esta vez no garantizan que todo saldrá bien.

Sé que ambas creen que lo mejor es que aborte pero siempre he estado en contra del aborto. Tengo veintiséis años, he cuidado de mi madre sola, sé que podré cuidar de un bebé, lo que no sé es si quiero hacerlo. Sentir la presión de las miradas de ambas me está poniendo nerviosa y mis pensamientos están cortocircuitando. 


-          No sé, necesito descansar – Digo y me levanto para dirigirme a mi habitación... 

7.04.2015

Cuatrodejulio

...Me gustaría decirle lo mucho que me ha ayudado en estos días, que me ha encantado conocerlo y que planearía ahora mismo el viaje a Madrid, pero me contengo porque no quiero agobiarlo. Sé que exijo demasiado en cualquier tipo de relación y que él tiene su vida allí, tendrá sus amigas y amigos, su familia, el gimnasio, el trabajo, y sé que apenas tendrá tiempo para mí, que no será como estos días.

-          ¿Cuándo vendrás? – Pregunta sentándose en el sofá.

-          Cuando me lo supliques por lo menos diez veces llorando tras el teléfono – Respondo lanzándome sobre él. Él se ríe mientras me coloca sobre su pecho.

-          ¡Ay! Tres eses, acabarás conmigo – Suspira.

Tras cargar las maletas en su coche me acerca a mi piso, los dos estamos más callados de lo normal, estamos aceptando que realmente se va. Cuando llegamos me mira con su sonrisa, yo se la devuelvo. Tengo entre mis manos su reloj.

-          Recuerda: no corras y avísame al llegar – Digo con voz de madre y señalándole con uno de mis dedos.

-          Si, y recuerda tú: no pienses demasiado y que cada momento cuente – Dice imitando mi tono.

-          A no ser que yo decida que no cuente – Digo pilla con una sonrisa en mis labios. Él también sonríe y me abraza. Me da un beso en los labios como de costumbre y me bajo del coche. Baja su ventanilla.

-          ¡Cuida mi reloj! – Grita.

-          ¡Eh fresquísimo! – Grita Sindy desde la ventana de nuestro piso. Rafa saca la cabeza del coche y mira hacia arriba. - ¡Buen viaje!

-          Un placer bombón – Se despide de Sindy saludando con la mano. Vuelve a mirarme y me lanza un beso, yo hago como si lo atrapase con la mano y me lo llevo al pecho. El se ríe y se va. Veo como su coche se aleja.

En ese momento me doy cuenta que estoy un poco triste, vacía. Una sensación que no había sentido antes. Tengo que hacer caso de las palabras que siempre me repite Rafa, tengo que buscar mi propia felicidad, sentirme realmente bien conmigo. Él me ha ayudado estos días, ahora soy yo quien debe seguir en este camino.

Subo al piso y me desplomo en el sofá, Sindy que está sentada en una silla junto a la mesa me mira por encima de la pantalla de su ordenador.

-          ¿Helado? – Pregunta levantando una de sus rubias cejas.

-          Dos bolas, con caramelo por encima – Digo mientras se dirige hacia la cocina. 
       Sindy suelta un bol delante de mí y se sienta a mi lado con otro en sus manos.

-          ¿Será hoy el día en el que aceptes que estás pillada por él? – La miro poniendo los ojos en blanco.

-          No, solo estoy un poco triste. Igual de triste que si te marchases tú – La señalo con uno de mis dedos mientras como helado.

-          ¿Cómo si te quitasen a la Ani? – Pregunta levantando y bajando las cejas varias veces.

-          Sois unas cotorras. – Digo mientras me lanzo sobre ella manchándola de helado.

Pasamos la tarde haciendo el vago hasta que Amanda nos llama para obligarnos a ir a tomar una copa. Se ha peleado con Pedro y dice que tiene que ahogar sus penas. Sus peleas son por temas de convivencia, que si te toca a ti sacar la basura, que si yo ya la saqué, que si friega los platos, bla, bla, bla.

Hemos ido al local de Fael y tras escuchar la historia de Amanda en la que Pedro se negaba a fregar los platos a mano teniendo lavavajillas y varias quejas más, estamos tomando un coctel delicioso que Fael nos prepara con tequila, zumo de naranja y frambuesa. He mirado varias veces el móvil porque son las once y Rafa tendría que haber llegado ya, comienzo a preocuparme.

Sindy hace manitas con Fael cuando no hay mucho trabajo en la barra, yo los miro como una idiota porque me parecen tan monos. Amanda los mira enfadada porque Fael es nuestro, no puede quedárselo ella y porque está enfadada con Pedro y todo le parece mal. Estoy más callada que de costumbre.

El local aún no está muy lleno porque es temprano. Suena música rítmica y alegre y movemos nuestro cuerpo sobre las banquetas en las que estamos sentadas. Las tres nos hemos puesto lo más guapas que hemos podido y con el tacón más alto que hemos encontrado, aunque hoy no tengo los ánimos como para terminar borracha como una cuba. Amanda por el contrario se bebe las copas de dos en dos y preveo que tendremos que cuidarla más de la cuenta y acabará durmiendo en nuestro sofá. 

-          Y a ti ¿Qué te pasa? – Pregunta molesta Amanda que ve como hago el intento de bailar sobre la banqueta.

-          Nada  - Respondo sin apenas mirarla. Ella puede leer mis ojos y quiero evitar tener que hablar de Rafa, me da miedo que pueda descubrir algo que yo misma no sepa.

-          Se ha ido su Ani – Responde con voz de borracha Sindy que se asoma detrás de mí.

-          Te lo dije, es que te lo dije. Ten cuidado Cris, y tu: no, no yo sé lo que hago, bla, bla, bla y ahora mira – Me señala con uno de sus dedos – Tienes cara de acelga.

-          Gracias amiga – Respondo algo molesta. Sindy acaricia mi brazo en señal de apoyo.

-          Venga Amy, no seas tan dura con ella. – Me defiende Sindy.

En ese momento noto como vibra mi móvil dentro del bolso. Busco entre mis cosas hasta encontrarlo, bajo de la banqueta y me dirijo hacia la salida del pub. Sindy y Amanda siguen hablando sobre mí.

-          Creí que te habría raptado una mafia de carretera – Respondo al teléfono.

-          Había mucho tráfico y como me pediste que no corriera... – Explica.

-          ¿Cómo están las cosas por ahí?

-          Como siempre. Me preparo para ir a tomar algo con mis amigos y mañana tengo que ir a casa de mi padre a comer, quiere que le cuente todo lo ocurrido en la cena.

-          Espero que no se lo cuentes todo, todo.

-          Ha,ha,ha No, solo lo que incumba al negocio. Le diré como chantajeaste a Álvaro para que se dejase de tonterías y firmase de una vez.

-          Sí, seguro que me contrata para sus próximos negocios.  

-          Eso estaría bien.

-          Sevilla sin ti, está rara – Confieso cerrando los ojos.

-          Mi muñeca está rara sin tú reloj.

-          Verdad, ahora no sabrás qué hora es.

-          Sí, hasta que no me lo devuelvas no podré contar el tiempo.


Sus palabras hacen que recuerde aquella noche que no contó, aquella en la que nos sobraba hasta la piel. Sentí su alma, sus inquietudes, su respiración sobre mi pecho, sentí al verdadero Rafa. 

7.03.2015

Tresdejulio

...Al despertar recuerdo que de nuevo he vuelto a levantarme sobresaltada en la noche. La pesadilla. El día de trabajo es duro, no porque haya mucho ajetreo si no porque estoy muy cansada de haber trasnochado tanto últimamente. Es domingo y me toca planta, reviso los historiales de los enfermos, pongo vías, varias extracciones, lo rutinario, tampoco quiero aburriros.

He puesto a Silvia al día sobre Alex, pero no le he contado nada de Rafa, de hecho la única que lo sabe es Sindy. El día pasa lento, la noche mucho más lenta. Me he whatsapeado con Rafa durante el día. Siento envidia porque él está de vacaciones y yo no, porque no puedo invertir todo el tiempo que quisiera en estar con él. Con él y con mis amigas, que conste.
Cuando llego a casa, ya es lunes y me paso la mañana durmiendo. Me ha despertado mi madre al teléfono contándome lo emocionante que es vivir con Esteban, apenas le he prestado atención.

Los días de esta semana transcurren igual, trabajo y cuando tengo tiempo libre veo a Rafa, todo está normal con él solo que nos saludamos con un beso en los labios, ya me he acostumbrado y no me parece raro. Me alivia saber que aquella noche no ha estropeado nuestra relación.

Hemos ido al cine, de compras, hemos estado tirados en su sofá escuchando música y viendo gossip girl, hemos hablado mucho sobre nuestras vidas, sobre nuestras penas y alegrías, de lo que queremos aspirar en un futuro. Se puede decir que en el poco tiempo que ha estado aquí lo conozco más que a mi madre, que por otro lado no me ha vuelto a llamar. Ella es así, cuando encuentra una distracción se olvida de que tiene una hija.

También he estado con las chicas, Sindy le había contado a Amanda lo de Rafa y le he tenido que dar mi versión. Estaba un poco molesta pero con varios achuchones se le pasó todo. Ella piensa que estoy muy pillada por él y por mucho que le diga que no, no me cree. Tiene miedo de que Rafa me haga daño porque invierto mucho tiempo en él a sabiendas que en unos días volverá a Madrid, ella dice que cuando se vaya no estará tan encima de mí, que aquí esta aburrido y me usa. Yo no lo veo así porque ya hemos hablado sobre su marcha y me ha hecho prometerle que iré a verlo, nunca he estado en Madrid y le hace ilusión hacerme de guía.


 Capítulo doce. Despedidas que sí cuentan.

Es sábado, Rafa se irá a Madrid en varias horas. Cuando he salido del hospital he cogido un autobús hasta su piso, quiere que comamos juntos y me muero de curiosidad por saber qué ha preparado, es un desastre en la cocina (le dijo la sartén al cazo). Espero que cuando llegue no hayan tenido que acudir los bomberos.

No me hago a la idea de que se valla, a pesar de que han sido solo dos semanas las que hemos pasado juntos se ha convertido en una persona muy importante en mi vida, se ha hecho un hueco junto Sindy y Amanda. Han sido muchas las horas que hemos pasado juntos y la intensidad de los temas tratados, conozco todo sobre él y él todo sobre mí y no porque nos lo hayamos contado si no porque con tan solo mirarnos sabemos lo que demandamos.

Sé que cuando está nervioso entrelaza los dedos de sus manos, cuando está agobiado arruga la nariz, sonríe de lado cuando quiere parecer simpático y su sonrisa la mayoría de las veces es pilla, pero he descubierto que no lo hace para ligar, su sonrisa es así. Cuando ríe de verdad acompaña sus carcajadas echando la cabeza hacia atrás y da una palmada. También sé que cuando le muerden la oreja no puede controlarse y he visto su cara de placer, cierra los ojos con fuerza y junta los labios. Cuando algo le parece gracioso estira el chiste hasta que no puede dar más de sí, cuando lo hace me pone histérica pero él no pierde su sonrisa. También le encanta enfadarme.

La línea de autobús me deja a escasos metros del piso de Rafa. Camino con mis vans de leopardo que tanto me gustan, hace calor pero aun no me atrevo a ponerme pantalón corto, llevo unos vaqueros rotos en las rodillas y una camisa beis con un escote trasero muy bonito. Subo en el ascensor y me encuentro a Rafa en el marco de su puerta con un delantal rojo de lunares blancos. Lleva el pelo revuelto y en una de sus manos sujeta una espumadera. Verlo de cocinillas me resulta gracioso.

-          La feria ya fue el mes pasado – No puedo evitar bromear sobre su delantal. El sonríe y mueve una de sus manos como si bailase una sevillana.

Me invita a pasar, la puerta corredera de la cocina está cerrada, no quiero imaginar el caos que habrá ahí dentro. Sobre la mesa hay unos preciosos salvamanteles, copas con vino, cubiertos de plata y una bonita vajilla, plato hondo sobre plato llano.  Me sorprendo por el despliegue. Rafa me acompaña hasta la mesa y me ayuda a sentarme, se está tomando muy en serio su papel de anfitrión. Se dirige hacia la cocina, lo sigo con la mirada, esa camiseta celeste le hace una enorme espalda, no tengo ningún comentario sobre lo bien que le quedan las bermudas.

Cuando sale de la cocina trae entre sus manos una gran bandeja en la que puedo distinguir humeante un dorado pollo rodeado de patatas. Comienzo a aplaudir porque me sorprende que él solo haya sido capaz de hacerlo.

-          Espero que te guste el pollo del asador Juani porque se me han quemado las pechugas, cortado el alioli y he destrozado las patatas. – Dice divertido mientras coloca la bandeja en el centro de la mesa. Lo miro descolocada pensado que es una broma pero su sonrisa me indica lo contrario así que comienzo a reírme sin parar. Él se ríe también avergonzado quitándose el delantal. – He pensado en decirte que esto lo había hecho yo pero ¿a quién quiero engañar? – Se encoje de hombros mientras yo sigo riéndome.

-          Eres un desastre – Consigo decir entre risas y lágrimas.

La comida transcurre con normalidad, ninguno de los dos somos conscientes que en unas horas no podremos volver a vernos con una simple llamada o un mensaje. Pronto habrá más de quinientos kilómetros de distancia entre nosotros. Comemos despacio para alargar cada minuto. De postre me sirve un trozo de tarta tres chocolates que ha comprado en una pastelería, él sabe que es mi favorita, le sonrío agradecida y la devoro, incluso repito. Él apenas come, dice que ver como yo me la como le alimenta más, sus cosas. Yo sigo creyendo que es porque no quiere engordar, que ya hace varios días que no va al gimnasio y eso a los musculitos les afecta. Y no creáis que me siento intimidada al ver como Rafa me mira mientras como la tarta como un lobita hambrienta.

-          ¿De verdad no quieres? ¡Esta buenísima! – Digo con la boca llena mientras veo que Rafa no ha tocado su trozo.

-          No, estoy lleno – Dice tocándose la barriga – No me gusta conducir con el estómago tan lleno.

-          Menos mal que te largas ya y así te pierdo de vista – Bromeo terminándome el postre.

-          ¿No vas a echarme de menos? – Pregunta haciéndose el dolido mientras niego con la cabeza – Pues yo a ti sí. – Me agarra la mano sobre la mesa y su verde mirada se vuelve tierna y melancólica. – Me ha encantado conocerte y quiero agradecerte estos días. – Se levanta de la mesa dirigiéndose hacia el dormitorio. Me ha dejado sin palabras. Vuelve con una caja en sus manos y me la da. Lo miro sorprendida mientras agarro la caja. – Ábrela.

-          Rafa.. no es necesario.. yo.. – Titubeo temblorosa mientras abro la caja para descubrir el enorme reloj que Rafa llevaba el día de la boda.

-          He visto como lo miras – Dice sonriente. Me encanta como queda este reloj en su muñeca, fue en lo primero que me fijé.  – Tómalo como un préstamo, una garantía de que nos volveremos a ver. Quiero que te acuerdes de mí. – Rafa se acerca y me da un beso en la frente.

Eres rematadamente idiota, no necesitaré este reloj para acordarme de ti – Me levanto y lo abrazo, siento su respiración, su calor. Me rodea con sus fuertes brazos y siento de nuevo esa paz. – Gracias – Susurro. Nuestras miradas se cruzan y noto la tensión. Los dos nos separamos porque hoy sí cuenta...