6.30.2015

Treintadejunio

Capítulo diez. Mi Ani.

Cuando bajamos como si no hubiese pasado nada solo están Álvaro y José fumándose un puro. Nos miran sorprendidos porque pensaban que nos habíamos ido.

-          Álvaro, siempre es un placer hacer negocios con usted – Se despide Rafa tendiéndole la mano que Álvaro aprieta con fuerza.

-          Una fantástica fiesta – Digo yo con voz de borracha mientras me lanzo a Álvaro para darle un beso – Espero la próxima en el yate. – Álvaro me abraza y se ríe. Nos despedimos también de José.

Salimos del hotel y hay un taxi esperándonos en la puerta. Hace frío y Rafa me ha prestado su chaqueta. No paro de bromear, Rafa, sin embargo, está más pensativo que de costumbre. Nos montamos en el taxi y Rafa dice su dirección.

-          ¿Qué te pasa? – Pregunto molesta mientras le lanzo un codazo.

-          Nada, solo es que... – Lo miro esperando una respuesta, entrelaza sus dedos. – aun estoy asimilando lo que ha pasado ahí arriba.

-          Venga repelente, esta noche no cuenta, no pienses – Digo mientras me acerco para robarle un beso. Él me recibe quieto.

-          Está bien. Pero prométeme una cosa. – Asiento mientras le agarro la mano. – Cuando todo se complique, no me eches la culpa.

Niego con la cabeza, con una sonrisa de borracha en los labios, me acerco poco a poco a él que pega bruscamente sus labios a los míos. Muerde mi labio inferior, noto como sus pulsaciones aumentan cada vez más. Paseo mi lengua por su cuello, él suspira. El conductor nos mira de vez en cuando por el retrovisor y se aclara la voz.

Nos comemos a besos en su portal. Rafa cada vez es más salvaje, la dulzura con la que me trató en la suite de Álvaro ha desaparecido. Entramos en su piso semidesnudos, abrazados y sin parar de besarnos. Hacemos el amor en la alfombra que hay bajo el sofá, esta vez si usamos preservativo. El cuerpo de Rafa sobre el mío me hace sentir protegida. Y cuando terminamos me abraza haciéndome sentir querida. Me besa pausadamente y nos acomodamos en su enorme sofá.

-          Recuerdo cuando vine aquí el sábado pasado – Digo mientras le acaricio el pecho. – Estaba tan borracha que habría dejado que me hicieses cualquier cosa. – Confieso entre risas.

-          ¿Crees que no me di cuenta?

-          ¿Por qué no lo hiciste? – Pregunto mirándolo atentamente.

-          Ya te lo dije. Me caíste bien.

-          ¿Y?

-          Es una tontería pero sentí que no te conocí para eso, que tenías algo más que darme – Explica con la vista perdida en su inmenso salón. Lo miro extrañada – Si nos hubiésemos acostado aquella noche, no habríamos conectado tan bien. Tú me odiarías y yo te pondría en mi lista de sevillanas a las que me he tirado. – Su sonrisa de nuevo.

-          Pero serás... – Lo golpeo con un cojín mientras se ríe.

-          Es verdad. Estabas tan triste e indefensa, no podía aprovecharme de ti. No soy así. – Explica.

-          Yo pensé que eras un capullo. Con esa sonrisa, ese tupé, tus musculitos, la tontería de querer ligarte a Amanda. – Él se ríe. – Después resultó que eras un buen tío y que el capullo era tu primo. El muy cabrón me cogió a traición en el baño y he tenido que pararle los pies.

-          ¿Cuándo? – Pregunta serio.

-          Antes, en el hotel.

-          Es un imbécil. – Me besa la frente.

-          ¿Sabes? Tengo que dejar de buscar mi historia de amor, aceptar que no la voy a encontrar o me seguirán pasando estas cosas. Esta vez ha sido con tu primo pero la próxima podrá ser con cualquiera. – Y cuando digo esto siento como mi tabla se aleja. Sí, yo también me alejo. Nunca más volveré a agarrarme a esa tabla. Ahora estoy sola, en la inmensidad de este océano, libre, nadando con mis propias manos.

-          Lo único de lo que tienes que preocuparte es de ser feliz. Disfrutar de cada momento. Si el buscar tu historia de amor te lo impide, pues deja de buscarla. Acepta la realidad tal y como es.  – Lo abrazo. Rafa es tan sabio a veces.

Nos quedamos dormidos en el sofá, ha sido una noche muy larga.

Nos despierta el sol entrando en el salón, no hay cortinas y a las doce el sol está tan alto que nos deslumbra en la cara. Para continuar con la tradición de este piso, hoy también tengo una enorme resaca. El sonido de los coches fuera retumba en mi cabeza y siento escalofríos recorrer mi cuerpo, no debería haber mezclado tanta bebida. Rafa abre sus ojos y me encuentra recostada en su pecho. Se incorpora y me da un beso en los labios, me sorprendo. De repente comienzo a recordar lo que ocurrió anoche. ¡Oh Dios!.

-          Sí, ahora sorpréndete. Anoche hicimos cosas peores, no creo que sea muy grave darte un pico – Dice molesto mientras se levanta para dirigirse al baño.

-          ¡Ah! ¡Mi cabeza! – Grito. Tengo que actuar con naturalidad, lo que ocurrió anoche entre Rafa y yo es una locura que nunca debió ocurrir. No quiero que afecte a nuestra amistad.

-          Hay cervezas en el frigorífico – Dice desde el baño. Escucho el agua de la ducha.

Me dirijo hacia la cocina y abro una cerveza, comienzo a beber. Llevo las manos a mi cabeza a medida que voy recordando las cosas con más claridad. Definitivamente tengo que dejar de beber. Me sobresalto al escuchar la melodía de mi móvil. Voy corriendo hasta el salón para responder.

-          ¿Sí? – Contesto con voz ronca.

-          Ay cielo, he pasado la mejor noche de mi vida, Esteban es tan fogoso en la cama.

-          Mamá, ¡por Dios!

-          ¿Dónde estás? No hay nadie en el piso. – Pregunta brusca.

-          Verdad. Olvidé que Sindy tenía un casting hoy. Acércate a la frutería de enfrente, Paco tiene una copia de la llave.

-          ¡No tardes ¿eh?! – Grita- Sabes que no me gusta estar sola – Cambia su tono desagradable a uno dramático entre suspiros.

-          Sí, en una hora estoy allí.

-          Está bien cielo. ¡Muuuuack!

Rafa sale del baño enrollado en una toalla. Lo miro desde el sofá, cuánta razón tiene Sindy, ¡está fresquísimo!. Alza sus musculosos brazos para secarse el pelo con otra toalla dejando ver sus fabulosos abdominales. Espero no estar babeando. Cuando ve que lo observo me mira.

-          ¿Qué? – Pregunta confuso.

-          Nada, nada. – Respondo nerviosa.

-          Que hoy si cuenta – Me dice con su característica sonrisa y me lanza la toalla hecha una bola quedándose totalmente desnudo.


-          ¡AH! ¡GUARRO! – Grito viendo como me saca la lengua y se dirige a la habitación...

6.29.2015

Veintinuevedejunio

-          Lo que llevas toda la noche deseando que haga – Responde mientras me agarra por la cintura y me acerca a él. Siento asco al escucharlo y aparto sus manos de mi cintura de un brusco golpe.

-          ¡No me toques! – Alex sonríe y se muerde el labio.

-          El martes no decías lo mismo – Susurra acercando su boca a mi cuello. Un escalofrío me recorre. Es evidente que me siento atraída por él, por su fantástico físico, pero estoy enfadada porque me ha tratado como si fuese una tonta. Y lo sigue haciendo.

-          El martes no sabía lo capullo que eras. – Me separo de él. Alex se lanza a mi boca y comienza a besarme mientras me resisto pero su fuerza impide que nuestras bocas se separen. Me coloca bruscamente sobre el lavabo. – ¡Suéltame imbécil! – Grito mientras pataleo. Él se separa de mí, levanta sus manos y sale de allí sin dejar de sonreír.

Mi respiración aún está agitada. Me miro en el espejo y veo el reflejo de alguien frágil a punto de desmoronarse. No me gusta esa imagen, aprieto los dientes y me bebo mi gintonic de un trago, me retoco el maquillaje y salgo con paso firme de allí. Me asomo por la barandilla del segundo piso desde donde se ve todo el salón. Mi madre se da el lote con Esteban en una esquina del sofá. Rafa y Álvaro siguen hablando. Los demás beben y hablan de pie.

-          Mira Álvaro, entre tú y yo – Digo tocándole el hombro a Álvaro, Rafa me mira sorprendido. – mientras antes firmes este papel antes nos vamos a ir a bailar – Le acerco el papel. Álvaro suelta una carcajada y da un sorbo a su bebida.

-          Cris, me parece que Alex te está llamando – Me dice Rafa intentando echarme de allí.

-          Tú cállate y no me nombres a ese – Le digo mirándolo desafiante.

-          Cris tiene razón – Dice Álvaro que coge un bolígrafo, Rafa y yo lo miramos sorprendidos. Comienzo a dar saltitos y palmadas alrededor de él mientras se ríe. Tras firmar le doy un beso en la mejilla y me voy a servirme otra copa.

He hablado con mi madre y Esteban que me han confesado lo enamorados que están, yo lo que creo es que tienen una tajá como un piano pero como yo estoy igual les digo lo mucho que me alegro y los abrazo. Borracha es de la única forma en la que puedo soportar a mi madre. He perdido de vista a Alex y a una de las cuarentonas, no me sorprendería que estuvieran en uno de los baños. Rafa aún sigue hablando con Álvaro, ya menos tensos los dos. Me acerco y saco a Álvaro a bailar mientras Rafa me mira agradecido, estoy tan borracha que me da igual todo.

Cuando todos estamos más calmados, mi madre me dice que se va con Esteban, yo asiento y me despido de él llamándolo “papi”. Me olvido de que abajo hay un servicio y vuelvo a subir al de arriba, Rafa me sigue para evitar que me rompa una pierna por las peligrosas escaleras de caracol. Al llegar al piso de arriba observo que hay otra puerta que no he visto antes, la abro, es un vestidor increíble. Rafa me mira sentado en el borde de la enorme cama mientras yo alucino con los numerosos cajones, joyeros y zapateros vacíos del vestidor. Al fondo hay un espejo de cuerpo entero. Me siento en un sillón de terciopelo rojo y me observo en el espejo, veo mi reflejo, me veo incapaz de cumplir cualquier cosa que me proponga, me veo sola y triste, abandonada una y otra vez, y borracha me veo muy borracha. Recuerdo las manos de Alex sobre mi cuerpo y las de Alberto, me siento sucia. Recuerdo como me echó de su casa y como Alberto se fue, también como mi padre se fue. De repente comienzan a brotar lágrimas de mis ojos que limpio enseguida. Rafa se acerca.

-          ¿Estás bien? – Me pregunta colocándose en cuclillas delante de mí y poniendo su mano sobre mi pierna para acariciarla.  

-          Sí  - Asiento tocándole el pelo.

-          Gracias Cris, pensé que no firmaría nunca. – Apenas lo escucho, solo puedo admirar su rostro, sus ojos verdes que me miran agradecidos, sus labios. Me acerco a su boca, rozo mis labios con los suyos, lo beso mientras él se queda quieto, paralizado, no se lo esperaba, ni yo misma me lo esperaba. – Para, estás borracha – Me pide. Me separo un poco de él y abrazada a su cuello lo miro. Ahora es él el que se lanza a mis labios regalándome un cálido beso. Acaricia mi cuello, comienzo a desabrocharle la camisa al ritmo de nuestras respiraciones que cada vez se aceleran más. Él niega con la cabeza mientras apoya su frente en la mía.

-          Quiero hacerlo – Le digo.

-          Quieres hacerlo porque estás borracha, enfadada y quieres devolvérsela a mi primo – Sentencia poniéndose de pie y abrochándose los botones que le he desabrochado. Me levanto. – Somos amigos – Me dice agarrando mi barbilla. Sus ojos verdes se clavan en los míos, me muerdo el labio. Antes de que pueda decir nada me agarra de la cintura y me apoya contra la pared. Me vuelve a besar. Parece que dentro de él también hay sentimientos enfrentados.

-          Tu también quieres – Susurro con una pícara sonrisa. Vuelve a separar su boca de la mía, me mira. Niega con la cabeza al mismo tiempo que se le escapa una sonrisa. Hundo mi nariz en su cuello. One Million. Sus manos se deslizan hasta mi espalda buscando la forma de quitarme la blusa. Le sonrío. Besa mis hombros con delicadeza. Me encojo.

-          No necesitamos enredarnos más la vida – Dice en un suspiro mientras baja mis pantalones.

-          Haremos que esta noche no cuente – Le digo acariciándole la cara desde arriba.

No espero nada de Rafa que no sea amistad, no quiero que me jure amor eterno, ni fidelidad, solo quiero que me siga cuidando como desde el día que nos conocimos hasta ahora, que acuda a mí cuando sienta que estoy triste, que me envuelva con sus abrazos y que espante mis fantasmas con su sonrisa.

-          Contigo, siempre cuenta.

Me sube a horcajadas sobre él y me apoya de nuevo en la pared, me besa, despacio, dulce. Su lengua se enreda a la mía lentamente. Envuelvo su cuerpo con mis piernas. Le beso el cuello, se encoje. Desabotono despacio su camisa mientras él me mira fijamente. Estaría toda la noche perdida en su mirada cómplice. Rafa consigue que todo lo malo desaparezca para ser sustituido por una enorme sensación de paz.

Se sienta en el sillón donde hace un momento yo estaba sentada, conmigo encima. Le quito la camisa. Recorro con mi mano su torso, desde el cuello hasta el vientre, es tan suave. Él suspira y aparece su sonrisa pilla. Lo beso. Besa mis pechos con delicadeza, me encojo sobre él. Le muerdo la oreja. Sonríe. Nos abrazamos, queremos sentirnos más cerca. Mi mano se desliza hacia el botón de su pantalón y lo desabrocho. Él me ayuda a deshacerme de sus pantalones, agarra mi cintura y me aprieta contra él. Noto su erección. Los latidos de nuestros corazones tocan la banda sonora de este momento, nuestro momento. Saco su pene del bóxer y lo introduzco en mí. Siento como Rafa entra en mí y un escalofrío me recorre de pies a cabeza. Todo es dulce, suave, me toca como si tuviese miedo a romperme. Él cierra los ojos y lanza su cabeza hacia atrás mientras me mueve con sus grandes manos. Le beso lentamente el cuello para terminar susurrándole.

-          Me encantas. –  Confieso. Se incorpora y me besa.

-          Vas a volverme loco. – Sonrío mientras continúo moviéndome rítmicamente.

Seguimos hasta que ambos no podemos más, los movimientos se vuelven más rápidos y los besos menos suaves. Me siento dueña de este momento, yo lo domino por primera vez, hoy no es Rafa el que manda. Siento que estoy a punto, él también lo está. Aceleramos nuestra respiración y nuestros movimientos, pega su boca a mi cuello. Y llega, un delicioso placer que consigue tensar todos y cada uno de mis músculos. Siento a Rafa más cerca que nunca, me siento feliz, siento como sus manos acarician mi espalda. Rafa emana por todos los poros de mi piel. 

-          Cris para o me iré – Dice mientras da varios golpes en mi pierna, pero estoy tan entregada y borracha que no le echo mucha cuenta. – Cris, no controlo en serio.

-          Quiero que te vayas dentro de mí, quiero.. – Me tapa la boca.

-          No sigas por favor. – Suplica. Sé que está a punto así que acelero el movimiento con una mueca perversa en mi rostro, en ese momento no soy consciente de que no estamos usando protección y que es peligroso. La lujuria se ha apoderado de mí.

-          Cris – Gime mientras me levanta bruscamente. – Joder.

Cuando saca su erección de mí es demasiado tarde. Me río ante la situación. Él me mira sudoroso con su sonrisa torcida. Vuelvo a ponerme sobre él para abrazarlo.

-          Eres una loca – Me susurra mientras besa mi cuello.  


-          No te preocupes – Respondo quitándole importancia. 

6.27.2015

Veintisietedejunio

...Alex es la última persona a la que quiero ver, Alex me recuerda lo idiota que soy, me recuerda lo fácil que es hundirme, que mi felicidad depende siempre de una segunda persona y no me gusta recordar eso. Soy dependiente por necesidad, siempre busco a alguien en quién apoyarme y hasta ahora esa persona siempre es inadecuada.

Me bebo la copa de vino de un trago, va a ser una noche larga. Me dirijo hacia las chicas para ponerlas al tanto de la noticia.

-          No pasa nada, si te lo cruzas aprovechas para darle un buen bofetón por mentiroso – Me anima Amanda mientras me acerca otra copa de vino.

Rafa se acerca con dos hombres hacia donde están mi madre y Sindy. Uno de ellos es poco más alto que mi madre y rechoncho, con la típica cara de buena persona. Tiene patillas y  pelo corto, oscuro y ondulado, con un flequillo hacia el lado. Tendrá unos cuarenta y muchos. El otro es algo más joven, rondará los cuarenta. Es más alto y atlético, de pelo y barba color cobrizo. Unos enormes ojos saltones color miel enmarcados por unas pobladas cejas. Rafa los presenta el primero como Esteban y el segundo como Héctor. Tras dejar a mi madre y Sindy hablando con los dos se acerca a Amanda y a mí que nos hemos colocado estratégicamente detrás de una columna para evitar cruzarme con Alex.

-          Cris, vamos a cenar en la misma mesa, lo mejor es que te acerques a saludarlo – Me dice Rafa mirando hacia el lado opuesto donde puedo ver a Alex hablando con varios hombres mayores.

-          ¿Estás loco? No pienso darle ese gusto. – Digo disgustada mientras bebo de nuevo. Rafa mira a Amanda para que me haga entrar en razón.

-          No es necesario que vayas a saludarlo, pero actúa con normalidad y si te lo cruzas pues hola y listo – Aconseja Amanda que le devuelve la mirada a Rafa. Ambos me miran.

-          Está bien. – Digo cogiendo otra copa de vino. Rafa sonríe satisfecho y nos agarra por la espalda hasta llevarnos a un grupo de hombres de unos sesenta y tantos.

-          Mirad que bien acompañado estoy – Dice Rafa al llegar entre los hombres. Amanda y yo sonreímos. Nos presenta a Álvaro, Jesús y José. Rafa no se separa de nuestro lado.

Hablamos sobre el buen tiempo que hace últimamente y Álvaro nos invita a Marbella, dice que cuando queramos podemos ir a dar un paseo en su yate que hay sitio para todos. Creo que está algo bebido. Cuando habla se le mueven los pelillos de su bigote canoso y Amanda y yo no podemos evitar mirarnos y reír. Álvaro es muy simpático, tendrá unos cincuenta y tantos. José, que es algo más joven y apuesto ha quedado prendado de Amanda y su trabajo, le encanta todo lo relacionado con la feria, el rebujito y los coches de caballo. La escucha hablar sobre los colores más de moda en esta temporada. Rafa nos mira alucinando con nuestro desparpajo. Jesús es el típico cincuentón que ha dejado a la mujer en casa y no para de repetir eso de “¡ay si mi Concha me viera con tanta chavalería!” A veces desvío la mirada hacia mi madre que no para de reír y hablar con Esteban, su voz es la que más se escucha en la sala. Puedo notar que el alcohol ha comenzado a hacerle efecto. Sindy se ha unido a nosotras.

-          ¡Ernesto, ven! – Grita mi madre haciéndole un gesto con la mano mientras se acerca hacia mí dando gritos.

-          Esteban – Corrige el hombre que va tras mi madre. Mi madre cuando bebe más de la cuenta le da por cambiar los nombres.

-          Eso. – Dice cuando llega donde estoy. – Mira que hija más guapa tengo. Cristina saluda – Me pide cambiando el peso de pierna.

-          Tan guapa como su madre – Esteban me mira con su cara de bonachón y se acerca a darme dos besos. Yo le doy las gracias y lo saludo también.

-          ¡Ayy Ernesto! ¡Tan bueno! – Grita mi madre que se lanza a sus brazos y le agarra la cara mientras el hombre le sonríe encantado.

-          Esteban – Le corrijo.

-          Bueno, y ¿Qué he dicho? – Me pregunta seca. Vuelve a mirar a Esteban. - ¿Sabes cielo? Esteban dice que me llevará al Rocío y que pasearemos por las marismas.

-          Sí, montando a caballo – Explica Esteban que no deja de hacerle carantoñas a mi madre.
Nunca cambiará, se engancha de cualquiera que le preste un poco de atención. Esteban, por lo menos, tiene pinta de ser bueno aunque mi madre se haya fijado en su cartera. Los dejo hablando y me acerco a Rafa, le susurro en el oído que tengo hambre y me dirijo hacia una bandeja de canapés. Cojo uno de salmón y cuando me doy la vuelta choco contra un fuerte pecho. El olor me resulta familiar.

-          Lo siento – Me disculpo antes de ver los intensos ojos de Alex que me miran desde arriba. En ese momento me quiero morir. Le sonrío torpemente, me he puesto nerviosa y se ha notado.

-          Hola Cris – Saluda. Noto que también está algo nervioso porque ha forzado una sonrisa.

-          Hola – Me separo de él para seguir mi camino.

-          Estás increíble – Me susurra al oído antes de que pueda alejarme de él. No le respondo, no lo miro. Me rompo con cada una de sus palabras y estoy harta de sentirme frágil. No quiero ningún tipo de relación con personas como él.

Antes de que pueda llegar donde están Rafa y mis amigas dos enormes puertas se abren y todos comienzan a pasar a una gran sala presidida por una mesa redonda. Todos se disponen a sentarse. Cuando llego me han guardado un sitio entre Rafa y Amanda. Al lado de Amanda está Sindy y mi madre con Esteban. Varios camareros comienzan a servirnos un plato de pescado al horno que huele muy bien.

-          El de mi izquierda y Esteban son los dueños del banco con el que tiene que firmar mi empresa – Me comenta Rafa, yo miro a su lado y reconozco a Álvaro, el hombre que anteriormente nos había presentado Rafa.

-          Pues mi madre ha conquistado a Esteban – Le digo poniendo los ojos en blanco.

-          Sí, pero el que me preocupa es Álvaro, es un hueso. Ha estado oponiéndose a varios puntos del contrato.

-          Bueno, nada que dos gintonics no puedan arreglar – Digo con una sonrisa.

En frente puedo ver a Alex que habla animado con las dos cuarentonas polioperadas y teñidas que tiene a ambos lados. No puedo evitar recordar a Alberto al mirarlo porque fueron similares las sensaciones que sentí. No puedo culpar a Alex, sé que la culpa es mía, Alex es una víctima más de este sistema donde todos nos usamos a todos para conseguir nuestra satisfacción y beneficio. Lo único que puedo hacer es alejarme.

Amanda y Sindy han estado observando a Alex y poniéndolo a parir. Mi madre sigue tonteando con Ernes.. Esteban que no para de presentarle a más peces gordos. Yo ayudo a Rafa con Álvaro, le he caído bien, no para de sonreírme y contarme cosas.

Hemos cenado platos exquisitos y el vino no ha parado de circular por la mesa. Sindy y Amanda me anuncian que Fael y Pedro vendrán a recogerlas pronto. Álvaro ha organizado en la suite del hotel donde se aloja una pequeña fiesta para cerrar el trato, nos ha invitado a mí y a mi madre a ir. Estoy cansada pero la cara de súplica que Rafa me ha puesto me ha impedido rechazar la oferta.

Somos menos de diez: Mi madre y Esteban, Álvaro, Alex y las dos cuarentonas, José, Rafa y yo. El hotel está a escasos metros del restaurante así que vamos andando. Mi madre va tan borracha que Esteban tiene que sujetarla, intento no mirarla para evitar sentir vergüenza ajena.

La suite de Álvaro tiene unas increíbles vistas al río Guadalquivir, en el salón cabe mi piso entero. Las botellas están preparadas sobre una mesa de cristal cerca del enorme ventanal. Todos comienzan a acomodarse en un gran sofá de cuero negro. Rafa se aparta con Álvaro y hablan gesticulando mucho con un papel entre ellos.

Con un gintonic en la mano me dirijo por las escaleras de caracol hacia la habitación de arriba donde hay un baño, ya que el de abajo está ocupado por las cuarentonas. Antes de que pueda agarrar el pomo de la puerta ésta se abre para dejar salir a Alex, se ha quitado la chaqueta y la corbata y esa camisa blanca le queda, como diría Sindy, mejor que quiere. Me sorprendo y doy un paso hacia atrás.

-          No te asustes, pasa – Dice con una sonrisa en sus labios. Se apoya en la puerta para dejarme pasar, entro sin apenas mirarlo. Para mi sorpresa no sale del baño y cierra la puerta.


-          ¿Qué haces? – Pregunto borde...