Bueno, con motivo de que es domingo (día del señor) y que es una de esas tardes nubladas que nos indican que el verano se está acabando, que pronto tendremos que volver a las clases, al mal tiempo,... pues yo quería daros una sorpresa, además todo este ambiente me ha servido de inspiración, no me enrollo más, aquí tenéis la conversación top secret de la mano de Rafa. Espero que os guste, lo escribí con todo mi cariño para vosotras. Un besazo enorme!
l
— Será mejor contratar a un servicio de mudanzas,
no quiero que te vuelva a reventar la nariz. — Me dice preocupada desde la
cama con Carla en brazos.
—
Es mi primo, nos hemos reventado la nariz mil
veces —
Digo sonriendo para tranquilizarla aunque en el fondo estoy asustado. Me acerco
cuando termino de colocarme la sudadera y le doy un beso a las dos. Antes de
que me separe Cristina me agarra del brazo.
—
De verdad, puedo decirle a Amanda que se acerque
ella, son pocas cosas. — Explica mirándome directamente a los ojos.
—
¿Es posible que aún no te haya quedado claro de
quién es el que manda? — Bromeo. Y le saco la lengua.
Salgo de la habitación escuchando como me pide que tenga
cuidado. Bajo al garaje y me monto en el coche, lo arranco. Parece mentira, lo
lejos que queda ya aquella boda donde la conocí...
Recuerdo que estábamos en la tercera fila, en la iglesia, me
agobiaba el calor que se respiraba allí dentro, giré la cabeza y me encontré
con su redondo rostro, en la fila de al lado. Miraba perpleja a los novios y se
le escapó alguna que otra lágrima, respiraba hondo una y otra vez intentando
hacerse la fuerte, pero no podía. Cuando la vi, parecía triste, no era como los
demás invitados que soltaban lágrimas de felicidad, el brillo gris de sus ojos
era de auténtica tristeza.
—
Está buena — Susurró mi primo Álex sacándome
de mi ensimismamiento, pero no, no fue eso lo que yo pensé.
—
¿Te gusta? — Le pregunté.
—
Bueno... — Hace un mohín a la vez que
mueve su cabeza analizándola de arriba abajo. — ¿La amiga mejor? —
Siendo sincero no había visto a nadie más que no fuese ella y no sé porqué dije
a continuación:
—
La amiga para mí. —
Creo que me asusté, era la primera vez que miraba a una chica sin analizar su
culo y sus tetas. Sentí pánico. Lo de Nerea me dejó algo tocado, aunque
intentase decirme a mí mismo que estaba superado.
Cuando llegamos al hotel donde se celebraba el banquete
esperé hasta que se sentase con la esperanza de poder cruzar alguna palabra con
ella, poder conocer algo más de aquellos tristes ojos grises. Conseguí sentarme
a su lado y la observé sin que nadie se diese cuenta, miré su delgada y desnuda
espalda, soñé con lo suave que parecía su piel, observé como su melena castaña
se movía cuando se abanicaba con la tarjeta del menú, incluso le sonreí varias
veces, pero nada, ella seguía seria. Pensé que sería una sevillana desabrida,
pero no me rendí, busqué mi oportunidad y conseguí cruzar varias palabras con
ella, Álex también aprovechó el momento para conocerla y ahí fue cuando me di
cuenta que acordamos que yo me centraría en la amiga. << Solo es una
chica>> Pensé, pero ya era tarde. Hice el paripé con Amanda, intenté
perder de vista a Cristina entreteniéndome con camareras y varias chicas más
pero no sé como lo hacía, siempre que giraba la cara ahí estaba ella. El
problema era que estaba hablando con Álex, y que Álex era mi primo. No,
definitivamente, tenía que borrármelo de la mente.
Estaba hablando con los novios cuando vi como Cristina se
tambaleaba de un lado a otro y como Amanda iba a llevársela. Sabía que Álex se
había ido a casa hace rato y antes de que pudiese procesar cualquier otro tipo
de información estaba justo tras ella agarrándola, el resto ya lo sabéis.
Recuerdo que tras pasar con ella un par de minutos mis ganas de cuidarla y
protegerla eran más grandes y pensé: vale, quizá no pueda acostarme con ella
porque Álex se enfadaría pero y si... ¿fuésemos amigos?. Es verdad que nunca
creí en la amistad entre un hombre y una mujer pero por primera vez en mi vida
me lo planteé y no me parecía nada descabellado.
Los siguientes días intentaba distraerme pero las horas que
había pasado junto a ella me acechaban a cada rato y sentía unas extrañas ganas
de saber de ella, de estar cerca de ella. Cuando Álex me contó que había
quedado con ella para comer no me gustó, no sé describiros la sensación que
tuve pero disimulé bien y lo ayudé. Le llevé la comida a su bufete de abogados
porque él me lo pidió, decía que no tenía tiempo.
—
Gracias tío, te dedicaré el polvo. — Me
dijo cuando le entregué la comida. Sonreí forzadamente y me marché.
Aquella frase no me sentó nada bien, yo sabía cómo era Álex
con las chicas, y quizá yo fuese peor que él, pero con Cristina era distinto,
no podía soportar la idea de que le hiciesen daño después de lo que me contó.
Sé que insistí en que quedase con mi primo pero porque yo quería que fuese
feliz, quería creer que mi primo, al conocerla, vería lo que yo vi y que la
trataría como de verdad se merecía.
Yo estaba seguro de que Álex se enamoraría de ella y que
perdería esa coraza que lo había acompañado todos estos años; yo lo conocía muy
bien y sabía lo mal que lo había pasado, los dos podrían entenderse genial,
casi estaban hechos el uno para el otro. Y claro, ¿Cómo no iba a enamorarse?
Esa pequeña loca era tan sensible y divertida que era imposible no quererla. Desafortunadamente no fue así y cuando
descubrí lo mal que la había tratado no dudé en llamarlo.
—
Dime — Respondió al teléfono.
—
Álex, no vas a cambiar nunca ¿o qué? — Le
dije enfadado.
—
No te entiendo...
—
Cristina me ha contado lo de anoche. ¿Era
necesario tratarla así? Tío, yo le he hablado bien de ti y tú me has dejado en
mal lugar.
—
A ver, a ver, ella no se ha acostado conmigo
gracias a ti, eso lo primero, y lo segundo es así como tratamos a las tías con
las que nos acostamos, tú me enseñaste la táctica: jamás se duerme con una tía
que te has tirado, regla número dos ¿Recuerdas? No eres quién para darme
lecciones de moralidad. — Tocado y hundido. ¿Qué me estaba pasando?
—
Pero... ella... no se lo merecía. —
Titubeo, no sé muy bien qué decirle — Yo solo estoy preocupado por ti, no
quiero que sigas siendo así de frío, no me puedo creer que no sientas nada. No
te mereces lo que te estás haciendo.
—
Rafa, que Cristina sea tu amiguita no cambia
nada, es una tía a la que me ha gustado mucho tirarme y ¿repetiría?...
seguramente, pero no voy a intentar nada más con ella. Ni con ella, ni con
nadie. —
Sentencia
—
Pues preferiría que no la volvieses a llamar,
ella no se merece que alguien como tú le haga daño.
—
Y, ¿sí
merece que alguien como tú se lo haga? ¿Qué nos diferencia a ti y a mí? — El
retintín con el que habla me estaba consiguiendo poner enfermo, así que colgué.
Desde aquel día no volví a saber mucho más de Álex, hasta la
fiesta donde crucé apenas dos palabras con él, todo tema de negocios.
Poco a poco aquella locuela mujer me había atrapado, yo
seguía convencido que nuestra extraña relación era solo de amistad pero cuando
me despedí de ella antes de volver a Madrid me sentí vacío, no podía hacerme a
la idea de vivir separado de ella. Intenté entretenerme con otras mujeres pero
ninguna me hacía sentir tan cómodo como me hacía sentir Cristina.
Cada vez me era más imposible, cuando estábamos juntos, no
besarla o no sentir ganas de hacer el amor. Hacer el amor con ella era
increíble, era la sensación más plena que jamás había sentido. Cuando me visitó
me dejé llevar, no pensé más en buscar una explicación, me centré en quererla. Y
entonces pasó, todos mis nervios y miedos salieron disparados con la fuerza de
un misil cuando supe que estaba embarazada, os juro que no recuerdo nada de lo
que le dije, no sé cómo fui capaz de soltar por mi boca tantas burradas juntas,
el miedo me hizo ser un mierda. Me arrepentí al instante, cuando salió por la
puerta, pero no tuve el valor de ir tras ella porque salió a relucir mi lado de
niñato irresponsable, ese lado que no quería hacerse cargo de nada, no quería
una relación estable, no quería dejar de acostarse con otras y menos una hija.
Lo que no supe fue que yo ya no era así, que me había empeñado en ser lo que
fui hace años, pero yo ya lo único que quería era tener a Cristina cerca; y el
reconciliarme con ella se me había hecho muy cuesta arriba porque ella cuando
se enfadaba era muy cabezota. No respondió ninguna de mis llamadas, ni ningún
mensaje, y yo cada vez estaba más preocupado por ella. Conseguí aliarme con
Sindy, después también con Amanda, aunque fue más difícil, ellas me daban
información de Cristina y de Carla, durante un tiempo me fue suficiente pero
antes de perder la cabeza del todo, Sindy me avisó que el padre de Cris había
muerto y no dudé en ir a verla. Me daba igual que me abofetease, que me
insultase, solo quería verla y abrazarla.
Todo se solucionó y pasamos días increíbles. Estaba seguro
de que la quería, no me importaba la forma, ya no quería definirlo, aquello era
algo bueno y de haber podido elegir tener un hijo, ¡claro que lo habría tenido
con ella!.
Todo se tornó gris cuando me visitó la segunda vez, cuando
me enteré que Álex había vuelto a aparecer, cuando vi que ya no me miraba como
lo hacía días atrás. Lo que más me dolió fue que dudase sobre la paternidad de
Carla cuando yo ni siquiera lo había hecho. Desde un principio supe que esa
niña sería mía, aunque hubiese dicho lo contrario. Eso me mató. Dejé que se
fuese y no tuve intención de volver a hablar con ella, yo también soy muy
cabezota.
Me sumergí en el trabajo y olvidé la idea de ir a trabajar a Sevilla,
intenté borrar lo ocurrido esos meses, como si de una pesadilla se tratase, me
convencí a mí mismo de que nada de eso había pasado y pude seguir adelante,
hasta que ella me llamó, al ver su nombre en la pantalla del móvil me temblaba
hasta el alma pero me mantuve firme. Sabía que Álex estaba con ella y que la
cuidaría. Álex era muy maduro, lo único que le faltaba era darse cuenta y al
parecer ya lo había hecho.
Era inevitable, cada día, recordar a Cristina, imaginar que
de ella iba a salir algo nuestro me ponía la piel de gallina y en un arrebato
de locura le mandé aquel precioso reloj que Sindy decidió entregarle en la
fiesta del bebé para ver si Cris reaccionaba, pero claro, no era ella la que
tenía que reaccionar, era yo, y tardé un tiempo más. Por suerte llegué a
tiempo, por suerte escuché los consejos de mi padre y gracias a él estoy aquí,
con mi familia y camino a la casa de mi primo donde aumenta la probabilidad de
que mi cara se desfigure. Pero no me importa, soy muy feliz, es el momento más
feliz de mi vida y no siento odio hacia Álex por meterse en medio porque claro,
¿cómo no iba a enamorarse de ella?.
Aparco en doble fila y bajo del coche. Esta vez no me
quedaré quieto si me intenta pegar, eso lo tengo claro. Me abre el portal y subo, lo veo en la
entrada con su camiseta del Betis que siempre tiene cuando está en casa y esas
calzonas azul marino. Tiene la barba muy descuidada y mira hacia el suelo, no
se atreve a mirarme.
—
Pasa — Dice muy serio. Obedezco sin decir
nada, parece que no tiene ganas de hablar. Lo sigo hasta la habitación donde
tiene una maleta y una caja preparadas. — Esto es todo. —
Dice señalándola. Observo la cuna que aún sigue montada entre el hueco de la
cama y el balcón. — La cuna ya os la mando yo, no sé desmontarla y temo romperla.
—
Álex, tenemos que hablar. —
Digo dramático. Él me mira, bueno, él y su caparazón. — No quiero que todo se vaya a la
mierda por esto. — Él resopla. — Yo te conozco mejor que nadie, deja de
hacerte el duro, sé que lo estás pasando mal. — Se toca con una de sus manos la
barba y se sienta sobre la cama.
—
Es que ha pasado todo tan deprisa... Cuando me
enteré que estaba embarazada solo podía pensar en mí con diecisiete años, en lo
mal que lo pasé sin mi padre,... bueno... ¿qué te voy a contar? Tú lo sabes. —
Asiento y me siento a su lado. — No podía permitir que esa niña sufriese
lo mismo, se me partía el corazón solo de pensarlo. Pero claro, ahora pienso y
quizá Cris tenía razón, quizá solo nos teníamos pena y una relación así, no
llega a ningún sitio...
—
No creo que fuese así, creo que Cris te ha
ayudado, te ha hecho ver que no por aparentar ser más fuerte se sufre menos,
ella te ha demostrado que hay gente que también lo ha pasado mal y que hay que
deshacerse de la coraza en ciertas ocasiones.
—
Sí... Al principio me acerqué a ella por la niña
pero poco a poco a medida que la conocía más me iba dando cuenta que me gustaba
de verdad, ha conseguido volverme realmente loco. Y sí, se me hace duro aceptar
que nunca más podré pasar tiempo con ella. Ella te quiere a ti. — Me
mira triste, sin la coraza, y a mí se me parte el alma porque no puedo hacer
nada, porque si me la quitasen ahora estaría igual o peor que él.
—
Álex no sé qué decirte... lo siento... ¡Joder!
Me gustaría volver a estar contigo como siempre pero entiendo que no puedas,
entiendo que cada vez que me tengas delante sientas ganas de partirme la cara.
—
Ya me quedé muy a gusto con el puñetazo que te
di —
Y comienza a reírse. Yo sonrío también.
—
No te lo devolví porque te habrían tenido que
ingresar y pasaba de tenerte más tiempo allí, no quería que Cris cambiase de
opinión. —
Bromeo y él se ríe, me tiende su mano firmando la paz y yo lo agarro para darle
un fuerte abrazo.
—
¿Cómo están? — Pregunta preocupado.
—
Bien, ya están en casa. Cris sigue dolorida pero
Carla está muy activa siempre y no para de llorar por las noches.
—
¿Salieron los resultados de la prueba? —
Pregunta. Álex pidió una prueba de paternidad para estar completamente seguro.
No se lo pidió a Cris porque la situación era muy tensa y no quería tensarla
más, antes de irse del hospital estuvo hablando con mi padre, dijo que ya la
llamaría cuando se recuperase un poco pero mi padre le dijo que él se
encargaría de todo. Mi padre, que era muy sabio, sabía que esa prueba nos
traería más peleas así que me lo dijo a mí y yo hice todo lo posible por
conseguir esa prueba sin que Cris se enterase.
—
Sí. — Busco en el bolsillo de mi pantalón
hasta sacar un sobre cerrado y se lo doy, él lo coge rápido y se dispone a
abrirlo pero lo paro. — Álex, estoy seguro de que yo soy el padre y sé que en el fondo tú también lo
sabes, aunque entiendo que hayas pedido esta prueba, estás en tu derecho...
pero te agradecería que lo abrieses cuando yo me marche. — Él
asiente y deja el sobre encima de la cama — Ahí pondrá mi nombre pero si
pone el tuyo quiero que me llames primero a mí para poder explicárselo todo a Cris.
—
No te preocupes. Venga, te ayudo a cargar las cosas y te
invito a una cerveza.
Tras montarlo todo en el coche fuimos a un bar a tomar algo
y hablar como hacíamos cuando todo estaba bien, me alegraba que nuestra
relación hubiese vuelto a la normalidad aunque estaba seguro que no duraría
mucho. No esperaba visitas, ni regalos, ni llamadas, es lógico, los dos
queríamos a la misma mujer. Solo esperaba poder sentirme bien conmigo mismo,
que no nos guardásemos rencor, con eso me bastó.
Efectivamente no volví a recibir ninguna llamada suya, no
supe nada de él hasta que me lo encontré la tarde de Nochebuena, los dos
actuamos con normalidad pero Cris estaba muy nerviosa porque ella no sabía nada
de nuestra conversación. Fue un momento gracioso.
Nunca sabré si abrió el sobre o no, si ponía mi nombre o el
suyo, pero no me importaba. Yo y mi corazón estábamos seguros de que esa
pequeña garbancita que yo tenía en brazos era mía y que me llamaría papá.
Además tengo la suerte de cada noche, antes de dormir, poder besar a la mujer
de mi vida y sé que lo es porque desde que la tengo al lado todos los relojes se
han parado, porque ya no cuenta por y para siempre.
Ains me super encantaaaaa mil gracias por este regalazo!! Espero ansiosa tus proximos proyectos!! Un besazo
ResponderEliminarMuy muy bonito... Hacia falta algo así para quedarnos con mejor sabor de boca...
ResponderEliminarEsperare tu próxima novela, porque se q la habrá y porque seguro que también contara!!!
Un beso guapa